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Distinto

El sueño de la vida

El sueño de la vida



Lo que hace un tiempo se poseía hoy ya no se posee y lo que hoy se cree que se posee dentro de unos años dejará de poseerse,  se escurre entre los dedos,  todo va, y  viene, de ahi que exista esa lógica de que quien da dos le vienen tres.

  

Un ciego de nacimiento tropezó, por casualidad, con cierto objeto que llegó a ser su única posesión sobre la tierra. No pudo nunca saber qué cosa fuese, pero le bastaba que sus dedos lo tocasen en un punto y, a partir de este principio, recorriesen el maravilloso nacer de las formas unas de otras en sucesivos regalos de increíble gracia. Pero en realidad no le bastaba, porque la parte que sabía no era más que la sed de lo perdido, y comprendiendo que jamás llegaría a poseerlo enteramente, lo regaló a un sordo, amigo suyo de la infancia, que lo visitó por casualidad una tarde.
-¡Qué hermosas muchachas!-, vociferó el sordo.


-¿Qué muchachas?-, gritó el ciego. -¡Ésas!-, aulló el sordo, señalando el objeto. Al fin comprendió que no se entenderían nunca de aquel modo y le puso al ciego el objeto entre las manos. El ciego repasó el peso familiar de las formas. -¡Ah, sí, las muchachas!-, murmuró. Y se las regaló al sordo.


El sordo se las llevó a la casa. Eran tres muchachas, cogidas de las manos. Gráciles e infinitas respondíanse las líneas de los cabellos, los brazos y los mantos. Eran de marfil casi transparente. Vetas de lumbre atravesábanla por dentro. El sordo, cuyos ojos eran de águila, sorprendió en el pedestal un resorte. Al apretarlo comenzaron a danzar las doncellas. Pero luego el sordo comprendió que jamás llegaría a poseerlas enteramente, y regaló las tres danzantes a un amigo que vino a visitarlo.


-¡Qué hermosa música!-, dijo el hombre, señalando a las doncellas. -¿Cómo?-, dijo el sordo. -¡La música de la danza!-, explicó el hombre. -Sí -dijo el sordo-, música entendí, pero no sabía que hubiese.- Y regaló al hombre las tres danzantes.


El hombre se las llevó a la casa. Era la música como el soplar del viento en las cañas: agonizaba y nacía de sí misma, y su figura eran las tres danzantes. Maravillado, el hombre contemplaba la perfecta unidad de la figura, la música y la danza. Pero luego comprendió que jamás llegaría a poseerlas enteramente y las regaló a un sabio que vino a visitarlo.


-¡Las Tres Gracias!-, exclamó el sabio. -¿Sabe usted lo que tiene? ¡Son las Tres Gracias que hizo Balduino para la hija del Duque de Borgoña!- El hombre comprendió que aquéllos eran los nombres del misterioso apartamento que había en los rostros de las danzantes. -Usted piensa en ellas-, confirmó, señalándolas. Y el sabio se llevó las Tres Gracias a su casa.


Allí, encerrado en su gabinete, las hacía danzar y les pensaba en alta voz los nombres verdaderos, las secretas relaciones de sus cuerpos en la danza y de la danza y los sonidos, el mágico nacimiento de sus cuerpos, hijos de la divinidad y el amor del artesano. Pero a poco murió el sabio, llevándose la angustiosa sensación de que jamás, por mucho que viviese, las poseería enteramente.


Su ignorante familia vendió las Tres Gracias a un anticuario, no menos ignorante, que las abandonó en el escaparate de los juguetes. Allí las vio un niño, cierta noche. Con la nariz pegada al vidrio se estuvo largo tiempo, amargo porque jamás las tendría. Así había de ser, porque, a poco de marcharse el niño a su casa, un incendio devoró la tienda, y, en la tienda, las Gracias.


Esa noche el niño las soñó al dormirse. Y fueron suyas, enteras, eternas.

Eliseo Diego

Era un niño que soñaba
un caballo de cartón.
Abrió los ojos el niño
y el caballo no vio.
Con un caballo blanco
el niño volvió a soñar;
y por la crin lo cogía...
¡Ahora no escaparás!
Apenas lo hubo cogido,
el niño se despertó.
Tenía el puño cerrado.
¡El caballo voló!
Se quedó el niño muy serio
pensando que no es verdad
un caballo soñado.
Y ya no volvió a soñar.
Pero el niño se hizo mozo
y el mozo tuvo un amor,
y a su amada le decía:
¿Tú eres de verdad o no?
Cuando el mozo se hizo viejo
pensaba: En esta vida Todo es soñar,
el caballo soñado
y el amor de verdad.
Y cuando vino la muerte,
el viejo a su corazón
preguntaba: ¿Tú eres sueño?
¡Quién sabe si despertó!

Antonio Machado

3 comentarios

Distinto -

La realidad es lo que es, y la imaginación es algo que puede ser, y luego es o no es, ahi está la diferencia.

Cuándo las aguas de un pozo no las saca nadie generalmente se llenan de hojas y porquería, sin embargo cuándo esas aguas son utilizadas para regar, las aguas del pozo bajan de nivel y a su vez riegan el jardín. Al cabo de los días las aguas del pozo alcanzan de nuevo su nivel, y ahora son aguas limpias, y la flor del jardín ha crecido. Si no se hubieran extraido estarían llenas de porquería y el jardín no sería un jardín.
se obtiene lo que se da, pero también hay que saber cuándo y dónde se siembra ni todas las tierras dan, ni todos los inviernos llueve.

Un besazo.

Anaktub -

Es que creo que el nombre aparecerá por arte de magia.

Anónimo -

El cuento ha estado bueno, y guarda total relación con la vida, nada que se quiera se podrá poseer ni entera ni eternamente, la vida exige que ese sentimiento sea compartido, en algunas ocasiones es tan breve el tiempo en que se tiene, que pareciera un hermoso sueño, aún cuando te deje un mar de sal en tu mirar.

La poesía de Machado me ha recordado la película A Beautiful Mind, jajjaja, donde él para estar seguro que no era una imaginación le pregunta a otros si ven lo mismo.

La imaginación de la realidad a veces es diametralmente opuesta, aunque la dirección sea la misma el sentido puede ser distinto, a veces me lío y mas a estas horas.

El universo un día podrá proporcionar algunas verdades, pero en torno al amor mantendrá su misterio.

Te imaginas extraterretsre bajando a la tierra y dándo clases de amor, sería el acabosé, que no quede duda alguna la combinación de vino, teclado puede ser peligrosa.

Dulces Sueños