Influencias
Había leído ya una vez el libro la Historia Universal de de la destrucción de libros publicado por el investigador Baez, en el se publica la destrucción cultural de Irak, en el que explica cómo el patrimonio cultural e histórico de esa nación resulta devastado por la guerra.
Esto explica que el verdadero poder esta en el conocimiento y la iglesia siempre ha influido y arrinconado a los eruditos como por ejemplo Galileo. Se destruyen legados, documentos históricos, y verdades, escritas por los antepasados, y por lo tanto es de considerar que no se pierden accidentalmente, si no que se queman y se destruyen con un fin, por que el pasado denuncia al presente, y lo corrobora, lo garantiza y lo pone al descubierto. Es parte de una política, en este caso, americana y del sistema eclesiástico intentar borrar toda huella dejada por los antepasados, y que no esté dentro de su sistema o conveniencia, ocultando toda verdad, e imponiendo la suya.
Borrando toda la huella del pasado, se borra también todo el presente, puesto que las nuevas generaciones venideras pierden la pista y se encontrarían perdidas, nunca llegarán a saber por que sucede, si no saben lo sucedido. Así ocultando la verdad logran reimponer sus antiguas doctrinas como nuevas normas, como única solución al posible nuevo engaño.
Algunos quizás se pensaran que frente a un mundo llevado por sus creencias y normas religiosas, sería posible una sociedad de individuos racionales, guiados por sus principios laicos. Pero la religión ha visto paulatinamente reducirse su influencia sobre las costumbres y hasta tal punto que en la actualidad la vida social, se desarrolla en una aparente ausencia de religiosidad. Cada vez nacen menos, y por lo tanto predomina la mayoría de edad, o madurez, y esta ya no necesita de la tutela de la religión, sino que perfectamente se puede guiar y decidir por si misma.
La quema de la Biblioteca de Alejandría por las tropas de Julio César, la barbarie contra los escritos mayas por fuerzas españolas y con la anuencia de la Iglesia Católica, los hechos realizados por los nazis y sus quemas públicas, y muchas más. A lo que ahora se agrega lo que Báez escribía hace tiempo, al llegar a Irak después de la invasión norteamericana, formando parte de una misión de la Unesco.
El libro, formaba parte de una misión internacional para evaluar los daños causados a las riquezas de Irak, que forman parte del patrimonio de la humanidad ya que allí nace la escritura y la civilización occidental.
La postguerra era más violenta aún las fuerzas de ocupación norteamericanas y europeas se dedicaron al saqueo y la destrucción de muchos valores irrecuperables, como las tablillas de arcilla de la civilización sumeria que contenían los primeros registros escritos de la humanidad.
En nombre de la civilización occidental, Estados Unidos arrasa la cuna de la civilización denunciaba Báez en el libro. En Bagdad han sido quemados más de un millón de libros y 10 millones de documentos. Hoy en día Irak no tiene manera de conocer su pasado.
Los traficantes de obras de arte han saqueado alrededor de 15 mil objetos valiosos pertenecientes a Irak y a la vez a la humanidad. El investigador denuncia que muchas veces esos traficantes han actuado en complicidad con las fuerzas extranjeras de ocupación.
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El Nombre de la Rosa Hasta entonces había creído que todo libro hablaba de las cosas, humanas o divinas, que están fuera de los libros. De pronto comprendí que a menudo los libros hablan de libros, o sea que es casi como si hablasen entre sí. A la luz de esa reflexión, la biblioteca me pareció aún más inquietante. Así que era el ámbito de un largo y secular murmullo, de un diálogo imperceptible entre pergaminos, una cosa viva, un receptáculo de poderes que una mente humana era incapaz de dominar, un tesoro de secretos emanados de innumerables mentes, que habían sobrevivido a la muerte de quienes los habían producido, o de quienes los habían ido transmitiendo. -Pero entonces --dije-, ¿de qué sirve esconder los libros, si de los libros visibles podemos remontamos a los ocultos? -Si se piensa en los siglos, no sirve de nada. Si se piensa en años y días, puede servir de algo. De hecho, ya ves que estamos desorientados. -¿De modo que una biblioteca no es un instrumento para difundir la verdad, sino para retrasar su aparición? -pregunté estupefacto. -No siempre, ni necesariamente. En este caso, sí. Umberto Eco
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