Al atardecer
Las doce, lugar de encuentro y desencuentro.
No habían dado las doce todavía, cada vez se acercaban más, ya el reloj marcaba las doce menos cinco, poco después daban las doce en punto y allí se econtraban, se unían, y se besaban, creyeron que para siempre, y sonaron doce campanadas. Poco tiempo después alguien ya se alejaba se separaba despacio, sigilosamente, cada vez más, y marcaban ya marcaba las seis en punto de la tarde. Era imposible estar más alejados uno de otro, ya no se miraban. Nadie sabía que se dirigían al lugar del encuentro.
¡Alejarse! ¡Quedarse! ¡Volver! ¡Partir! Toda la rutina cabe en estas palabras
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A veces hablabas del amor de un modo que demostraba que se trataba de una experiencia personal. Te veo sentada en el crepúsculo de una tarde de invierno, con los dedos extendidos ante el fuego, contemplándolo fijamente y diciendo: "No, Stephen; no empieza así; no es cuando dos personas se sienten atraídas, sino en el momento en que comprenden que son distintas, tan distintas que resulta terriblemente doloroso, casi insoportable. Es como el polo Norte y el polo Sur. Es imposible estar más alejados, pero al mismo tiempo no puede haber dos puntos más cercanos en la superficie terrestre, porque entre ambos existe un eje y todo gira a su alrededor
Christopher Isherwood
4 comentarios
Distinto -
Un abrazo
Sakkarah -
Es cierto que a veces son mundos totalmentes diferentes los que junta el amor.
Un beso.
Distinto -
igualmente, un saludo.
jnj -
Salu2 septentrionales.